jueves, 25 de septiembre de 2008

TSS: Bajo los focos, y si todo se descubriera? by. hada azul

Primera Parte


Capítulo 1 - Celos y sueños

¿Cuándo comenzó todo? Según Bill llevábamos 6 meses. Si se cuenta desde el primer beso. Pero empezó antes. Creo que fue en el verano de 2008, cuando dimos el salto a USA. La gran gira. Sí, fue entonces.

Acabábamos de bajar del avión, y esperábamos a las maletas. Él estaba a mi lado, como siempre. Hablaba con alguien por teléfono. Colgó y guardó el móvil en bolsillo de su cazadora de cuero negra.

-¿Quién era? - le pregunté.

-Nadie - me respondió evasivamente.

-¿No será la famosa modelo española con la que todo el mundo te empareja?

-¿Mónica? No, claro que no - rió. Su sonrisa, a pesar de sus descolocados dientes, era perfecta. Ya me había percatado antes, pero hasta entonces no me había deslumbrado como lo hacía en esos momentos. -¿Acaso estás celoso?

-¿Celoso? ¿Yo? -reí estruendosamente. Quizá demasiado. ¿Qué me pasaba?

No podía estar celoso de la supuesta novia de mi hermano, ¿no?

Afortunadamente, Bill no notó que me había puesto nervioso. Decidí no darle más importancia al asunto.

Hasta aquella noche.

Estaba en el baño del hotel, lavándome los dientes, cuando escuché que alguien llamaba a mi puerta. Me enjuagué y fui a mirar. Era él. Bill. Llevaba la misma ropa que por la mañana, algo raro en él.

Le abrí la puerta y entró. Se le notaba nervioso.

Nos sentamos en el sofá del salón. Al ser una suite, era bastante amplia, pero él quiso sentarse a mi lado.

-Tom, tengo que hablar contigo de algo que... - no me miraba a los ojos. Vi cómo un leve rubor acudía a sus mejillas.- que hace un tiempo que me pasa y... No sé como decírtelo... Es difícil.

Levantó los ojos y los fijó en mí. Estaba claramente turbado.

-No hace falta que lo digas, ya sé lo que es - le infundí confianza yo.

Sonrió y se acercó un poco más a mí.

-¿Entonces...? - preguntó.

Asentí con la cabeza.

Acerqué mi cara a la suya mientras él cerraba los ojos y entreabría la boca. Nuestros labios estaban a punto de rozarse cuando sonó el teléfono y abrí los ojos.

Todo estaba a oscuras y Bill no respiraba a mi lado. Me di cuenta de que había sido un sueño. Cogí el teléfono.

-¿Quién?

-¿Qué haces que no estás aquí? Habíamos quedado hace media hora. Y tienes a una encantadora señorita esperándote - la voz de Georg me hizo volver a la realidad. Groupies.

-Vale tío, ya voy.

No me iría mal una chica para olvidar el sueño.

Me cambié de ropa y llegué a la habitación de Georg, donde nos había llamado. Estaban los tres. Gustav hablaba animadamente con una chica muy guapa. Georg lo miraba celoso desde el otro extremo. Seguro que estaba pensando que él la había visto antes. Una morena se sentaba a su lado, muy cerca de él. Pero mis ojos se detuvieron en mi hermano.

Una chica rubia descansaba en su regazo, y él la miraba embobado. Aquello no era típico de mi hermano. Él no era un chico de groupies. Sin embargo, con aquella se le veía muy animado.

Sacudí la cabeza y me dirigí hacia el sillón que quedaba libre, al lado del cuál había una chica morena que no tardó en abalanzarse sobre mí. No era fea, pero tampoco guapa. O quizá sí, pero yo ese día era incapaz de verlo.

Las palabras fueron pocas. Unos diez minutos después ya estaba comiéndome la boca. Yo le contestaba con todo el afán que podía, pero estaba descentrado. La imagen de Bill en mi sueño me acosaba cada vez que besaba a aquella chica.

Abrí los ojos y le pedí espacio para respirar. Pero fue una mala idea. Volví la cabeza involuntariamente en dirección a mi hermano y lo vi besando a la rubia. Se me hizo un nudo en la garganta. Cerré los ojos y volví a besar a la chica. La manoseaba. La mordía. Pero el recuerdo de Bill me golpeaba con fuerza la cabeza.

-¡Ay! - gritó la chica que estaba sobre mí, llevándose la mano a los labios, donde mis dientes le habían hecho una pequeña herida.

"¿Qué estás haciendo, Tom?" me pregunté. La risa que Bill le dedicó en ese momento a la rubia me terminó de descolocar.

-Perdona - murmuré, mientras me levantaba y abandonaba la habitación. Ya a solas en el pasillo empecé a correr.

Subí a la terraza del hotel y me desplomé en el suelo. A aquellas horas de la noche no había nadie.

Media hora después me di cuenta de la situación en la que estaba. Me levanté y me acerqué a la cornisa, observando el alto cielo americano. Los Ángeles, como cada noche, vivía a la luz de las farolas y los neones de la ciudad. No escuché como la puerta de la terraza se abría.

-Así que estás aquí... Llevo como media hora buscándote - su voz provocó un escalofrío en mi espalda.

Se acercó y se acodó sobre la barandilla, a mi lado. Mirando la ciudad.

-Es preciosa.

-Si.

Las preguntas martilleaban mi mente sin permitirme disfrutar del silencio. No aguantaría mucho más aquella situación.

-¿Qué quieres? - pregunté en el tono más cortante que pude.

-¿Qué te pasa? Llevas un par de días raro. Soy tu hermano, no pienses que no me doy cuenta.

-¿Qué me pasa? - me volví hacia él. Mi cara era una mascara de ira- Lo que me pasa eres tú. Déjame en paz de una puta vez.

El odio imprimido en mis palabras le dolió. Lo pude ver tan claramente que enseguida me arrepentí de haberlo dicho. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué me comportaba así?

Bill no dijo nada más y yo me largué de allí.

Bajé hasta mi habitación y me llevé la mano al bolsillo para coger la llave. "Mierda". No estaba. Le pegué una patada en la puerta.

-¡Dios! -grité, saltando por el dolor. -¿De que mierdas hacen estas puertas?

-Esa es de caoba - mi hermano acababa de bajar de la terraza. - Te has quedado fuera y sin llave, ¿verdad?

-Sí, voy a recepción a por una.

-¿Ahora los vas a despertar?- parecía haber olvidado lo que había pasado apenas cinco minutos antes. - Anda, quédate esta noche en mi habitación. De todas formas Avril me debe odiar a estas alturas - dijo con cara apenada.

Introdujo la tarjeta en la ranura de la puerta de su habitación y me cedió el paso.

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